En las últimas cuatro semanas, el aún delantero mexicano Javier “Chicharito” Hernández, ha estado más metido en la polémica por sus irreverentes y nada atinadas posturas respecto a temas de género, que en lo debería ser la parte final de su exitosa carrera como futbolista profesional.
Lastimosamente lo que más se sabe del histórico goleador de selección nacional, está relacionado a temas extra cancha, como consecuencia del adoctrinamiento recibido desde hace varios años por el supuesto coach de vida, Diego Dreyfus, quien, para la opinión pública, ha resultado una mala influencia para el ahora delantero de las Chivas.
Por momentos parecería que los momentos de bajada por donde ha transitado su carrera, se han convertido en un verdadero calvario para Hernández Balcázar, quien da la impresión de estar inmerso en pasajes nada claro, ni para su vida deportiva ni personal, es un personaje extraño, desconocido, como si estuviera en otra órbita.
Sería lamentable que un futbolista de sus alcances y dimensiones, pero sobre todo por lo que en su momento representó para el futbol mexicano, se tenga que ir por la puerta de atrás, y sin el reconocimiento masivo por lo que entregó en las canchas en cerca de 20 años, pero todo indicaría que así podría ser.
Da la impresión que sus últimos comportamientos o publicaciones en sus diferentes redes sociales, son un escudo para tapar o proteger lo que realmente está sintiendo, porque deportivamente, las lesiones, no lo ha dejado tener una regularidad desde que regresó a las Chivas en enero de 2024.

Se estará terminado el tiempo de Javier “Chicharito” Hernández como jugador profesional, y quizá muchos lo tengan hasta cierto punto claro y asimilado, el propio jugador se estaría resistiendo a entender que llego el momento de partir de las canchas; por eso, prefiere seguir ante los reflectores desde sus respectivas trincheras, por temor al olvido.
Nadie puede olvidar lo que fue Javier con sus clubes y en la selección, pero quien nunca debe borrar lo que hizo mientras estuvo en plenitud mental y deportiva es él, porque con sus apariciones recientes y sus desgastadas polémicas, parecería que tiene miedo a irse y tener que aceptar lo que será su realidad más allá de los reflectores del futbol.
Árbitros le deben bajar a su temperamento
Más de tres meses bastaron al argentino Horacio Elizondo, director técnico de la Comisión de Árbitros de la Federación Mexicana de Futbol (FMF), para entender el mundo tan peculiar de los silbantes en el balompié nacional, o sus actitudes nada afables de algunos, así como la necesidad de dar un golpe de autoridad para cambiar la cara de ese gremio.

Elizondo, quien dirigió la final de la Copa del Mundo en Alemania 2006 cuando expulsó al exastro francés Zinedine Zidane, arribó al arbitraje del país con la misión de por fin encontrar soluciones a la problemática que aqueja desde hace varias décadas, pero para su sorpresa se topó con una realidad más complicada de la que quizá se pudo imaginar.
De carácter amable, pero con tomas de decisiones puntuales y directas, Elizondo ya pudo diagnosticar uno de los tantos problemas, y este se refiere a la prepotencia y actitudes desfavorables y retadoras durante los partidos de algunos silbantes, que les ha dicho más que darles autoridad, les resta credibilidad ante los futbolistas.
Un plazo de dos años se ha puesto Horacio Elizondo para entregar un distingo gremio arbitral en México, donde el punto central será un profundo, pero sostenido cambio generacional, pero bajo los lineamientos del respeto y sin ser prepotentes, sino conciliadores.