Los huesos son el soporte de nuestro cuerpo y, aunque no siempre les damos la atención que merecen, su salud depende en gran parte de nuestra alimentación. ¿Cómo podemos, desde lo que comemos, contribuir al fortalecimiento de nuestros huesos?
- El calcio es la clave. Es esencial para la formación y mantenimiento óseo. A pesar de que los lácteos son famosos por ser ricos en este mineral, no son la mejor ni única opción. Alimentos como las almendras, el tofu fortificado, las semillas de chía, la tortilla de maíz y las verduras de hoja verde como la col rizada o el brócoli, también aportan cantidades significativas.
- La vitamina D, segunda mejor amiga. Es indispensable para que el calcio se pueda absorber en el intestino. La exposición moderada al sol sigue siendo una de las mejores formas de asegurarnos que nuestro cuerpo produzca suficiente vitamina D. Además, la encontramos en los pescados grasos (salmón, sardinas), huevos, hígado de res, y en alimentos fortificados como cereales y leches vegetales.
- No puede faltar la proteína. Aunque siempre asociamos la proteína con los músculos, también juega un papel muy importante en la salud de los huesos. Se requiere por ello una dieta equilibrada que incluya carnes bajas en grasa, pescados, huevos y leguminosas.
- Hidratarse es primordial. Los huesos contienen una proporción significativa de agua. El mantenernos hidratados favorece el metabolismo en general y contribuye al funcionamiento óptimo de todos los tejidos.
- El ejercicio siempre. La alimentación es una gran herramienta para cuidar la salud ósea a lo largo de la vida. Sin embargo, es importante complementarla con ejercicio regular, especialmente actividades de resistencia y carga, pues estimulan la producción de calcio: caminar, trotar, subir escaleras.
Nunca es tarde para empezar a nutrir nuestros huesos. Con algunos cambios en la dieta y más actividad física, podemos darles un futuro más saludable y evitar problemas a futuro, como la osteoporosis.