Siempre peligroso, sigiloso en el área. Pidiendo el balón todo el tiempo, hambriento de gol, de celebración y triunfo.
Se trata de Raúl Alonso Jiménez, un futbolista nacido en Tepeji del Río, Hidalgo.
El pasado 29 de Noviembre del 2020, todo parecía haber terminado en su carrera. Raúl esperaba el balón que le enviaban desde el tiro de esquina. De pronto un “¡Clack!” resonó fuertísimo en el enorme inmueble vacío del Emirates Stadium. Era el golpe entre dos cabezas, entrenadas para golpear el balón con una fuerza desmedida.
De pronto los jugadores David Luiz y Raúl cayeron, siendo el mexicano quien noqueado, no parecía dar señales de estabilidad. Los gritos desesperados de sus compañeros pedían las asistencias médicas. Sus rostros delataban que una terrible emergencia estaba sucediendo.
Raúl tenía el cráneo roto. El simple hecho de leerlo o escucharlo hace sentir escalofríos ¿no? Y tiene un por qué: Se trata de la ruptura de uno o más de los ocho huesos que conforman esa parte de la cabeza, usualmente generado por un traumatismo.
Por la fuerza del impacto, el hueso se fractura en la zona del golpe, o cercano a él, y compromete las estructuras subyacentes como el cerebro, los vasos sanguíneos, meninges, y a los nervios.
Raúl no solo sufrió un desmayo y perdió la conciencia. Por sus orejas salía líquido cefalorraquídeo. La sangre acumulada detrás del tímpano goteaba por un oído.
De pronto el terror se acaparó de su familia y miles de seguidores. No era para menos.
Luego de ser operado con éxito, pero sin saber cuál era la condición del deportista, finalmente Raúl apareció un 20 de diciembre al lado de su esposa y su pequeña hija Arya. “Estamos muy contentos, a pesar de que es un momento difícil”, decía un sonriente Jiménez.
Luego de su lesión todo ha sido un desastre en su equipo, el Wolverhampton. Cuando Raúl estaba en las canchas, eran el lugar número siete de la liga a solo cuatro puntos del puntero. Hoy aparecen en el lugar 13, muy lejos de los puestos de clasificación a torneos europeos y su rendimiento como equipo es pésimo. Todos los aficionados aseguran que Raúl no solo es necesario, sino fundamental en el equipo.
A pesar de los malos resultados, los compañeros de Raúl ven en él una inspiración que los motiva diariamente a ser mejores, esto lo dijo su entrenador.
A dos meses de aquél terrible impacto, los Wolves publicaron unas fotografías donde se ve a Raúl (Quien tiene una imborrable cicatriz) entrenando fuerte en el gimnasio de nuevo, con una simple pero poderosa leyenda:
“Cada día más cerca”.
¿Has recibido un golpe tan duro en tu vida que sientes que te ha nublado por completo? No me refiero solo a un golpe físico, sino a una circunstancia que apague de pronto tus ilusiones, tus sueños o tus proyectos.
Esta vez, quiero escribir a gente que ha sufrido esos impactos que rompen: Cuando el alma y algo en dentro de nuestro cerebro hace “¡Clack!”.
Durante esta pandemia hemos vivido a nuestro alrededor la tristeza y muy de cerca la muerte. Casi todas las noticias que recibimos, nos suman incertidumbre, temor y ansiedad.
Te escribe alguien muy golpeado en los últimos meses. Sin embargo, unas sencillas fotografías de un jugador de futbol en twitter me hizo pensar mucho más del futbol o el deporte. Me hizo reflexionar sobre lo que llevamos muy por dentro de nuestras entrañas, que nos hacen superarnos, luchar para “regresar”; lo que determina nuestras ganas de vivir y recuperar nuestros anhelos, las intenciones de nuestro corazón y el sentido de la palabra “resiliencia”.
Quizá no seas un famoso superestrella y no tengas millones de seguidores. Pero en ocasiones no tenemos idea de a cuánta gente influenciamos, que son testigos mudos, que nos están observando cuando más sufrimos o la vida nos exprime más. El hecho de seguir adelante, con pocas o mínimas fuerzas puede ser una inspiración para alguien que necesita ver tu ejemplo para seguir adelante.
Cada una de las decepciones que nos pueden marcar, esos “trancazos del destino” que nos noquean, pero que no nos mataron. Ellos contienen el reto enorme para volver a recuperar nuestras más profunda hambre de luchar, aunque sea por una última vez, por no quedarnos en la lona. Cada choque deja una huella y una cicatriz que nos recuerda que cada día estamos más cerca de ser la mejor versión de nosotros mismos.
Sigue avanzando.