Luis Gabriel Rey, un jugador que llegó de manera humilde y sencilla, un hombre que, con discreción y paciencia, luchó permanentemente por ganarse el reconocimiento del medio futbolístico es, el día de hoy, el primer elemento colombiano en consagrarse campeón goleador del torneo de liga del balompié mexicano. Su arribo se dio sin los inconvenientes que caracterizan a los jugadores extranjeros que vienen a probar suerte; no tuvo problemas en aceptar jugar dentro de la división de ascenso para, desde ahí, esperar ansiosamente la oportunidad que lo pusiera en el máximo circuito, la cual, como queda en evidencia, ha sido aprovechada y justificada de la mejor forma.
Quince goles en diecinueve partidos hablan de un buen funcionamiento tanto individual como colectivo. Desde que Miguel Herrera arribó al timón del Atlante, el equipo comenzó a mostrar entendimiento en sus líneas, a compartir una idea futbolística y a tener objetivos en común. No es obra de la casualidad el hecho de que los potros hayan tenido dos jugadores peleando el liderato de goleo individual en los últimos campeonatos. En la ocasión anterior, Sebastián González se quedo a un paso de la gloria, lo cual nos habla de la estructura sólida y segura que existe en el desempeño de la escuadra azulgrana, situación que permite la explotación al máximo de las virtudes y habilidades de cada uno de sus integrantes.
Al revisar las estadísticas de los años recientes no queda más que escandalizarse ante la evidente falta de artilleros mexicanos; es urgente el trabajo en las fuerzas básicas y la búsqueda a nivel nacional de nuevos valores, de joyas que aún no han sido explotadas y que pueden ser encontradas en los más recónditos rincones del territorio nacional. El último mexicano en hacerse acreedor al trono de goleo fue Jared Borgetti en el Verano 2001, cuando, con sus trece anotaciones, se hizo acreedor a dicha distinción. A partir de ahí, los extranjeros se han adueñado de dicho privilegio. Martín Rodríguez, Sebastián Abreu, José Cardozo (en dos ocasiones consecutivas) y Luis Gabriel Rey dejan muy clara la situación actual en el panorama azteca.
Es tiempo de que directivos, cuerpo técnico y afición tomen conciencia de la urgente necesidad de cambiar el sistema de trabajo aplicado en las divisiones inferiores, de ser más profesionales y de invertir con miras a largo plazo. Lo más lamentable es que instituciones anteriormente exitosas en dicho rubro, como Atlas y Pumas, han dejado de producir en la misma cantidad y no sólo eso sino que ocupan esas plazas con jugadores veteranos y a un paso del retiro.
Desde aquí le enviamos una fuerte felicitación a Luis Gabriel Rey, quien es, a fin de cuentas, el menos culpable de la calidad existente en los atacantes mexicanos.
