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Columna de Mauricio Cabrera Editorial Mediotiempo

El aficionado al deporte ayer y hoy

Una mesa redonda a la que asistí como invitado por el Tecnológico de Monterrey fue el motivo de que mi mente se permitiera recordar cómo éramos los aficionados al deporte antes de Internet, cómo nutríamos nuestras necesidades informativas sin el medio que nos ha acostumbrado a tener la sensación de estar en cualquier lugar sin importar la hora y el minuto en que se produce un acontecimiento.

Antes no teníamos la oportunidad de encender nuestra computadora, navegar por la Red y encontrar en video los goles de la jornada, tampoco podíamos revisar las fichas de los partidos minutos después de la conclusión de los mismos, ni enterarnos de sucesos que no llegaron a ser atractivos para la radio o la televisión. En el mejor de los casos, quienes nos interesábamos en eventos que no llegaban a ser transmitidos, teníamos que rogar porque al día siguiente los diarios decidieran brindar un poco de su espacio a las noticias que esperábamos.

No fue hace mucho cuando yo hablaba con desesperación a Sky para saber si PSN, canal ya extinto pero que para mí sigue como un ideal de lo que debe ser un medio deportivo, iba a transmitir en vivo el partido entre el América y su homólogo de Cali. En ese entonces, no tenía Internet en casa y tuve que conformarme con que lo pasaran diferido y a altas horas de la madrugada.

Ejemplos como los que estoy citando abundan. Tal como lo platicaba ayer con Enrique Vega (editor ESPN)  y Juan Pablo Fernández (CNN en español), con quienes tuve la fortuna de compartir la mesa en que hablamos sobre las innovaciones digitales y su relación con los medios tradicionales, la Red llegó para resolver muchos de nuestros requerimientos informativos, como aficionados y como profesionales que requieren de información a la mano para alimentar sus notas y entregar un amplio panorama a los lectores.

Preocupación constante de los asistentes tenía que ver con el exceso de información y escasa jerarquización de la misma que llega a publicarse en Internet. Como la vida misma, nada es completamente negro ni completamente blanco. La Red nos ha dado la posibilidad de buscar lo que nos interesa y, lo que es mejor, de encontrarle sin tener que ir más allá de un clic. Sin embargo, en ese invaluable espacio para incrementar nuestro conocimiento sobre determinado tema, cada uno de nosotros como individuo tiene el reto o la misión de saber distinguir qué fuentes son confiables y cuáles deben ser tomadas con las reservas del caso.

Entiendo la legítima desconfianza que incluso en estos días de auge tecnológico demuestran catedráticos y representantes de generaciones anteriores respecto al medio que hoy acapara portadas y vive un proceso de consolidación. No obstante, los invito a que amplíen su panorama y a que capitalicen los beneficios de Internet sin olvidar la reserva con que debe tomarse el contenido de algunos portales, especialmente los que se nutren de material ciudadano, como Wikipedia y los millones de blogs que a diario se actualizan.

En lo referente al periodismo deportivo y su crecimiento o estancamiento a partir de las innovaciones digitales, la situación no dista mucho del plano general; es decir, el trabajo de los periodistas se ha simplificado en tiempo y forma gracias a las nuevas herramientas, pero también es frecuente el hecho de tomar a Internet como una forma de evadir el trabajo, pues algunos reporteros han caído en la cómoda posición de esperar lo que se publica en el ciberespacio para no tener que llevar sus propias estadísticas y para no tener que estar tan atento a los partidos y compromisos deportivos.

Como profesional, Internet es un medio que me seduce por sus alcances y posibilidades, por el campo laboral que está abriendo y porque ha sido promotor involuntario de una nueva manera de hacer periodismo. ¿Mejor o peor? Ya tendremos otra oportunidad para discutirlo… Como aficionado, también me siento complacido, pues gracias a la Red estamos donde queremos estar…

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