Futbol Americano
Douglas Sloane
Desde la yarda 1 Douglas Sloane

Rey sin Corona

Ciudad de México

No cabe duda que para determinar al mejor los campeonatos cuentan…y mucho. La discusión se acaba cuando comenzamos a contar quién ganó más anillos de Super Bowl, y en esa discusión, hay tres nombres que se cuecen aparte: Tom Brady, Joe Montana y Terry Bradshaw; si bien este último no es considerado dentro de los mejores en la historia, cuando de campeonatos se trata, ganó los mismos que Montana.

Muchos otros quarterbacks han intentado escalar ese codiciado olimpo de ganadores, sin embargo, hay uno que, gracias al caprichoso destino, lo tuvo todo para ser considerado en la conversación del mejor en la historia, pero que su falta de títulos lo tiene relegado a un lejano “tercer, cuarto o quinto mejor”.

Daniel Constantine Marino Jr., nacido en Pittsburgh un 15 de septiembre de 1961, estaba destinado a la grandeza. Su época colegial la jugó con la universidad de su ciudad natal, convirtiéndose en un ídolo de las Panteras. Todo apuntaba a que Dan sería una selección Top 10 del Draft en 1983, sin embargo, su último año universitario estuvo plagado de escándalos infundados por abuso de drogas; a pesar de ello, todo lo que salía del vestidor en Pitt eran elogios para su quarterback. El día del Draft, cinco equipos seleccionaron un quarterback, siendo los Dolphins, quienes -sorpresivamente- con la selección 27 se llevaron al hijo pródigo de la ciudad del acero.

Lo que siguió, fue un matrimonio hecho a la medida entre Marino y su entrenador, Don Shula. Todo comenzó en la Semana 6 de la Temporada 1983, cuando Marino ingresó al campo por primera vez como titular de los Dolphins. De ahí en adelante, el número 13 sería la luz que iluminaría el camino de los aficionados al sur de Florida.

Tras 17 años de carrera, Marino decidió retirarse tras una humillante derrota en playoffs ante Jacksonville -un día muy triste para cualquier aficionado a los Delfines-, sin embargo, los libros de récords se habían reescrito. No solo estamos hablando del primer jugador en pasar más de 5,000 yardas en una temporada y en lanzar más de 40 touchdowns (48 en 1984). Su carrera la terminó como líder en intentos de pase, pases completos, yardas por pase y pases de touchdowns…es decir, los mejores números para un quarterback en la historia. Además, terminó un juego abajo en regresos en el último cuarto (33), por detrás del líder histórico en ese entonces (Johnny Unitas – 34).

A pesar de todos estos logros -que para la época eran inauditos- Marino siempre va a ser recordado como “el que nunca ganó un Super Bowl”; un argumento que para cualquier persona que quiere poner fin a una discusión sobre el mejor en la historia, suena lógico; no obstante, lo que Dan Marino traía a la mesa va mucho más allá de la mala fortuna que lo acompañó en su carrera durante juegos decisivos. Su velocidad para soltar el balón no se ha visto en ningún otro quarterback, su presencia y habilidad para moverse como torero en la bolsa de protección, su liderazgo y sobre todo, su resiliencia e inteligencia para leer el juego lo hacían un jugador único e incluso avanzado a la época en la que fue seleccionado.

Qué distinta sería la narrativa si Marino hubiera ganado un Super Bowl, es más, estoy seguro que hoy se encontraría en su haber con más de un campeonato. Para mala fortuna de todos, hoy, Dan Marino es considerado un rey sin corona, pues individualmente lo ganó todo…pero colectivamente, se quedó a solo un paso de compartir el dulce néctar que solo se puede beber en el selecto club de los campeones.


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Douglas Sloane
Mediotiempo

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